The last of a lineage of giants: the discovery story of Anancus arvernensis mencalensis
The geographic and geologic context
As is so often the case, it was chance, or the conjunction of chances, that was the deciding factor in advancing our understanding of the life that inhabited our planet thousands and millions of years ago. It was during the month of July, 2006, when, under a blazing sun, the paleontologists who were conducting a survey for the Fonelas Project discovered new fossil localities in the desert of Guadix in southeastern Spain.
These fossiliferous deposits yielded bones of animals that lived in southern Europe between 2.5 and 1.5 million years ago. During that time the area was a landlocked basin with no external drainage, , whose conditions were favorable to fossilization. The verdant landscape of the time was nothing like the arid scene of the present day where seasonal torrents pour through open gullies to expose the fossils so prized by paleontologists. Several years ago, we excavated a site here, Fonelas P-1, which yielded a rich assortment of fossils representing 32 mammal species from 2.0 million years ago. (Arribas et al., 2009) (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0007127).
Today this site receives state-owned protection. An onsite museum is being developed with is expected to open to the public in 2014 (http://www.igme.es/epvrf/estacion/). This is the first spanish example of an institution located in the field that aspires to conduct research, outreach, and specialized education.
During the field seasons of 2002 and 2004 we recovered more than 2000 fossil specimens from the Fonelas P-1 site. Work there was suspended in 2006 because the property owner refused to provide permission for continued excavation. Instead, we prospected new outcrops in the nearby region. And there waiting for us one morning as the sun beat down with 40ºC heat (104ºF) no more than 1 km away from Fonelas P-1 were the teeth of this small mastodon. Luckily this time the owners of the land (Margaret Kaiser and John Roda) were happy to see their impressive farm temporarily occupied by a crew of paleontologists trying to save the little mastodon from weathering and erosion.
Back in the laboratory of the Geological and Mining Institute of Spain (www.igme.es), we began to compare the teeth of the little mastodon with the correponding parts of the dentition of the Iberian Pliocene elephant Anancus arvernensis. But our specimen was a little rebel and refused to fit any of the possibilities we considered. As we shall see, it was eventually possible to assign it a taxonomic place.
Because it was impossible to attribute the new specimen to a known taxon after it had been carefully compared with similar species, we reached the conclusion that it must be assigned to a new taxon, a momentous decision. Because of its similarities to other members of Anancus arvernensis we opted to be cautious and defined the new taxon as a chronosubspecies with this larger taxon. The chronosubspecies represents a unique morphology that was present at this particular time and place, but which falls within the wider variation of morphology attributable to Anancus arvernensis.
El Mencal (from the Arabic for “cemetary” or “transition”) is a small mountain of Jurassic aged rock that overlooks one of the most impressive landscapes in Europe. It was an important prehistoric site, serving as a burial ground in ancient times. Many of the caves and shelters on its slopes were occupied during the Paleolithic. Today, El Mencal is also home to select vineyards producing wines of the same name, which we enjoyed the evening that we discussed names for our new find. We decided to name the little mastodon for the ancient Jurassic hill under which it slept, Anancus arvernensis mencalensis. Our decision and our wine were finished at the same instant. '
References:
Arribas, A., Garrido, G., Viseras, C., Soria, J.M., Pla, S., Solano, J.G., Garcés, M., Beamud, E. & Carrión, J.S. 2009. A Mammalian Lost World in Southwest Europe during the Late Pliocene. PLoS ONE, 4, e7127. (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0007127)
El último de un linaje de gigantes: historia del descubrimiento de Anancus arvernensis mencalensis
El contexto geográfico y geológico
Como suele ocurrir, también en esta ocasión el azar, o la conjunción de casualidades, resultó ser uno de los factores más decisivos a la hora de avanzar en el conocimiento de los seres vivos que poblaron nuestro planeta hace miles o millones de años. Corría el mes de julio del año 2006 cuando, bajo un sol abrasador, los paleontólogos del Proyecto Fonelas realizábamos una campaña de prospección con el fin de localizar nuevos yacimientos en el desierto de Guadix, situado en el sureste de España.
Desierto de Guadix (en el sureste de España)
Allí, resulta relativamente fácil encontrar los huesos fosilizados de animales que habitaron el sur de Europa entre 2,5 y 1,5 millones de años ya que, durante ese periodo de tiempo, este territorio fue una cuenca endorréica con elevada probabilidad de fosilización. Hoy en día nada tiene que ver el paisaje con el vergel que fue en el pasado, la escorrentía horada los barrancos a gran velocidad y pone al descubierto nuevos fósiles que los paleontólogos buscamos de manera incansable. Pocos años antes (en 2001) habíamos excavado por primera vez el yacimiento de Fonelas P-1, un lugar excepcionalmente rico en número de restos fósiles pertenecientes a 32 especies de mamíferos, con 2 millones de años de antigüedad (Arribas et al., 2009) (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0007127).
Hoy día este yacimiento se encuentra protegido, es de titularidad estatal, y se está trabajando intensamente en la musealización del mismo (ver web: http://www.igme.es/epvrf/estacion/) con el objetivo de abrir al público durante 2014. Se trata de la primera estación científica de campo en España que pretender reunir investigación, divulgación y docencia especializada.
Durante las campañas de campo de 2002 y 2004 habíamos recuperado en este yacimiento más de 2000 fósiles. Sin embargo, los que eran propietarios en ese momento del terreno donde se ubica Fonelas P-1 no quisieron firmar en 2006 el correspondiente permiso que necesitamos los paleontólogos para excavar dentro de su propiedad, por lo que nos vimos obligados a suspender la campaña de excavaciones en Fonelas P-1 y optamos por prospectar otras zonas en busca de nuevos afloramientos. Y allí estaba esperándonos, una de esas mañanas en las que el sol cae a plomo, rondando los 40ºC, a apenas 1 kilómetro de distancia de Fonelas P-1 el pequeño mastodonte nos enseñaba sus dientes. Por suerte, esta vez los propietarios del terreno (Margarita Kaiser y Juan Roda) estuvieron encantados de que su impresionante finca se viera temporalmente ocupada por una cuadrilla de paleontólogos para salvar de la erosión al pequeño mastodonte.
Una vez en el laboratorio, en las dependencias del Instituto Geológico y Minero de España (www.igme.es), comenzamos a comparar los dientes del pequeño mastodonte con piezas homólogas de la especie típica del Plioceno europeo, Anancus arvernensis, pero el pequeño resultó rebelde, y no quería encajar en ninguna de las posibilidades que le ofrecíamos. Como veremos, finalmente fue posible asignarle su espacio.
Dado que fue imposible atribuirlo a un taxón conocido, una vez descrito el fósil y comparado con sus más afines parientes, llegamos al punto de asignarle uno nuevo, de momento exclusivo. Optamos por ser cautelosos y definir una nueva cronosubespecie, entendida como la derivación en el tiempo de un patrón morfológico común a los ejemplares clasificados como Anancus arvernensis. Estas características derivadas, junto con el hecho de tratarse del mastodonte de menor tamaño y más reciente descubierto en la Península Ibérica nos sugería la existencia de drásticos cambios climáticos próximos a los 2,5 millones de años BP. Mientras debatíamos sobre el posible nombre del pequeño tras una dura jornada de campo, nos encontrábamos con la mirada perdida en el impresionante desierto de Guadix, degustando un extraordinario vino blanco local demominado Mencal.
El Mencal (del árabe cementerio o tránsito) es un cerro jurásico que custodia imponente uno de los paisajes más peculiares de Europa. Durante la prehistoria fue un lugar destacado, habiéndo sido un lugar de enterramiento en dististos periodos. En sus faldas han sido localizados multitud de dólmenes, así como cuevas y abrigos ocupados durante el paleolítico. El Mencal guarda así mismo unos selectos viñedos con cuya uva se elabora el vino que disfrutábamos aquella tarde. Por tanto, el pequeño no podía llamarse de otra forma, recuperado a las faldas de aquel mastodonte durmiente del Jurásico, fue informalmente nombrado allí mismo Anancus arvernensis mencalensis. Tanto el asunto del nombre como las copas de vino se terminaron en el mismo instante.
Referencias:
Arribas, A., Garrido, G., Viseras, C., Soria, J.M., Pla, S., Solano, J.G., Garcés, M., Beamud, E. & Carrión, J.S. 2009. A Mammalian Lost World in Southwest Europe during the Late Pliocene. PLoS ONE, 4, e7127. (http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0007127)